Datos personales

Buscar en este blog

lunes, 20 de junio de 2022

CALATAYUD, SAN ROQUE, PEÑA GARNACHA Y LAS HOJAS DE RIEMANN

Uno de los escenarios importantes de Las Hojas de Riemann resulta ser la muy noble, leal, siempre augusta y fidelísima ciudad de Calatayud, de la que son oriundos Zacarías Peñalosa, conspicuo detective privado donde los haya, y su encantadora amiga Peña, comandante de la Guardia Civil, para más señas.

Como recordaréis los que hayáis leído la novela (y los que no la hayáis leído ya estáis tardando en comprarla aquí, porque no sabéis lo que os perdéis) Zacarías juega un papel crucial en las aventuras de Eustaquio Valdés, hasta el punto de que llega a acompañarle en el trance más complicado de su vida allá lejos, en las arenosas antípodas del Outback australiano.

Y qué decir de Peña, cuya intervención resulta determinante, tanto en el peligroso episodio que sucede en las ruinas de Augusta Bílbilis, como cuando pone en juego sus extraordinarias habilidades científicas para desentrañar uno de los misterios más misteriosamente misteriosos del libro, y hasta que finalmente tiene que intervenir, bajando de un helicóptero sobre la cima de un monte sagrado, al mando de un comando de rescate, para salvar el pellejo de un pobre y vapuleado Zacarías Peñalosa, más perdido en su habitación que otra cosa.

Pero volviendo a Calatayud, resulta memorable la escena en la que vemos a Zacarías convertido en cicerone de su amigo Eustaquio, guiándole por todos los rincones emblemáticos de la ciudad, tras haberse zampado una pantagruélica comida repleta de productos típicos de la comarca en casa de doña Teresa, la madre del detective.


Y no menos curioso e importante en la historia resulta ser el detalle de que Zacarías y Peña son miembros de la Peña Garnacha, una de las más alboratadas y bullangueras de las veraniegas fiestas de San Roque (sino la que más), que inundan la ciudad con su alegría y estruendo en los alrededores del 16 de Agosto de cada año. Hasta tal punto es así, que Zacarías no viaja nunca fuera del país sin su camisa morada, para así poder hacerse la afoto con ella en los correspondientes rincones con encanto del globo que visita.


¿Vais comprendiendo lo de ciencia-ficción castiza?


Pues venga, abrazos para todos, todas y todes... y hoy sobre todo a l@s bilbilitan@s.

RESEÑAS DE "LAS HOJAS DE RIEMANN" EN COSMOVERSUS, NAGARI MAGAZINE Y ENTERRÁ EN LIBROS

Marcos Alonso Palacios, en su magnifica web COSMOVERSUS, dedicada a la literatura fantástica y de ciencia-ficción, ha tenido a bien escribir una elogiosa reseña de Las Hojas de Riemann. Os dejo aquí el enlace:

 https://cosmoversus.com/las-hojas-de-riemann-de-leonardo-roy-2020-resena/


Por otro lado, Alberto García Gutiérrez ha publicado otra reseña absolutamente metacorocrónica en NAGARI MAGAZINE. Voilà le link:

 https://www.nagarimagazine.com/cabalgando-al-tigre-o-las-hojas-de-riemann-alberto-garcia-gutierrez


Last (al menos por el momento) but no least (of course), os dejo linkada otra reseña verdaderamente Riemanniana y con acento de Jerez en el blog ENTERRA EN LIBROS:

 https://enterraenlibros.blog/2022/06/04/las-hojas-de-riemann/


Muchas gracias a tod@s de parte de Eustaquio Valdés, Mizar Janco y demás familia...


¡AH!, Y ESTE VERANO NO DEJÉIS DE LEER PARA REFRESCAROS LA MEJOR NOVELA DE CIENCIA-FICCIÓN CASTIZA DE TODA LA HISTORIA DE LA LITERATURA MUNDIAL.

Por si no sabéis dónde comprarla, aquí os dejo un link:

👇👇👇👇👇👇👇👇👇👇👇👇👇👇👇👇👇👇👇👇👇👇

https://gaspar-rimbau.com/catalogo/las-hojas-de-riemann/




domingo, 10 de octubre de 2021

RESEÑA DE "LAS HOJAS DE RIEMANN" EN LA REVISTA VIRTUAL "ANGULO MUERTO"

 Joaquín Albaicín, un buen amigo y maestro en el arte de la palabra escrita donde los haya, ha tenido a bien escribir una reseña crítica de nuestra novela en la revista virtual Ángulo muerto. Aquí os dejo el link:


https://angulomuerto.com/2021/10/03/en-el-umbral-de-la-distopia/





miércoles, 28 de octubre de 2020

¿PERO QUÉ SON LAS HOJAS DE RIEMANN?

Las “hojas de Riemann” son un complicado artilugio matemático que forma parte esencial de la Teoría Metacorocrónica formulada por Eustaquio Valdés y Aarón Linotte, teoría cuyas aplicaciones tecnológicas, según el argumento de la novela, marcarán un punto de inflexión en la historia del planeta Tierra. Pero quizá la mejor manera de explicar un poco lo que son, sea la de acudir a un pasaje del libro, que forma parte de la trama situada en el futuro, donde dos de sus personajes (Lavinia Linotte y Tjukal 67) conversan sobre las hojas de Riemann y su significado.

He aquí el fragmento (convenientemente “censurado” con corchetes […] para evitar spoilers): 


- ¿Conoce Vd. las Hojas de Riemann? 

Debíamos hallarnos a centenares de metros bajo la superficie del suelo, según pude calcular vagamente por el intervalo de tiempo transcurrido y la velocidad de nuestra penetración con el deslizador inercial. 

- ¿Sr. Tjukal? 

Nos encontrábamos en un lugar fascinante, una estancia perfectamente cúbica, de dimensiones descomunales y aspecto impoluto. Completamente vacía, por otro lado, como si fuese un extraño almacén dispuesto a ser llenado por ingentes cantidades de material, aunque su atmósfera recordaba a la de un templo o, más bien, a la de una especie de gigantesca cámara funeraria. 

- ¿Tjukal, me escucha? 

- ¿Perdón? 

- Le preguntaba si conoce las Hojas de Riemann. 

- ¿Por qué me lo pregunta?... puesto que Vd. lo sabe todo sobre mí, Honorable Señora Linotte, huelga la respuesta… 

[…] 

- La primera pregunta es obvia Honorable Señora Linotte, ¿qué es este lugar? 

- Un laboratorio. 

- Curioso laboratorio, más bien parece un almacén megalomaníaco. ¿Y para qué me ha traído hasta aquí?, yo no sé nada de laboratorios. 

[…] 

- No quiera Vd. engañarme Sr. Tjukal, sé muy bien que le interesa la ciencia […] 

- Es cierto, olvidaba sus enciclopédicos conocimientos sobre mí, de modo que sabrá que no tengo demasiada formación científica, tan sólo soy un tipo más o menos bien documentado [...] 

- Es Vd. muy modesto, Sr. Tjukal –me interrumpió la anciana en acaramelado tono-, sepa que admiro enormemente sus excelentes trabajos sobre literatura, religión, filosofía, arte e historia de la Antigua Era, pero me subyugan particularmente los que versan sobre la influencia del desarrollo científico y tecnológico en los distintos ámbitos de la cultura del siglo XX, periodo del cual es usted sin duda un auténtico y reconocido experto. Créame si le digo que he seguido muy de cerca su trayectoria, tan profunda, rica y multidisciplinar. 

- Muy amable, gracias. Pero me hablaba Vd. antes de un libro, los... ¿papeles de Reynon?... 

- Las Hojas de Riemann, en realidad, pero no se trata de un libro sino de una vieja teoría matemática que data del siglo XIX A.E., formulada por el brillante Dr. Bernhard Riemann. 

- Desde luego, Riemann –asentí, aunque en realidad sólo tenía una vaga idea de quién era el personaje en cuestión-. Y bien, ¿qué tiene que ver el decimonónico Dr. Riemann con mi situación actual? 

- Pues tiene mucho que ver, aunque no lo parezca –me espetó la vieja con petulancia. El caso es que hemos constatado que la antigua teoría de Riemann, convenientemente modificada, claro está, responde a una realidad física, no sólo a una idea matemática. 

- ¿Me está dando una primicia? 

- En cierto modo sí. 

- ¿Y en qué consiste ese descubrimiento exactamente?... en términos coloquiales, por supuesto. 

- Pues dicho en términos coloquiales, el Dr. Riemann demostró que, en determinadas circunstancias que no voy a detallar, al trazar una circunferencia alrededor de un punto, puede ser necesario dar más de una vuelta para completar el círculo... 

- Empiezo a comprender por qué le interesa tanto esa teoría. 

- Es Vd. muy ocurrente, Sr. Tjukal, pero estoy tratando de explicarle la razón de fondo que nos reúne, así que ahórrese los sarcasmos, se lo ruego. 

[…] 

- Vamos a ver si la entiendo, Sra. Linotte, ¿me está Vd. diciendo que, de algún modo, es posible “multiplicar” la distancia al recorrer un círculo?; si es así, no veo qué ventaja puede haber en ello, ¿no sería más interesante lo contrario?, es decir, ¿no sería mejor intentar averiguar cómo acortar el espacio existente entre dos puntos? 

- Posiblemente lo sería, desde luego, pero no se trata exactamente de eso. Considerémoslo desde otro punto de vista. Imagine una circunferencia dibujada en una hoja de ese carísimo papel que trae consigo... ¿me permite su bloc de notas?... 

La vieja Linotte me arrebató de las manos el bloc, señaló con una equis un punto en medio de la primera hoja y trazó una circunferencia perfecta con el lápiz a su alrededor, prosiguiendo después su didáctica monserga. 

- Supongo que sabrá que si parte de un punto cualquiera de la circunferencia y da una vuelta completa sobre ella volverá al mismo punto, ¿verdad? 

- Evidentemente –corroboré, ignorando su tono condescendiente. 

- Pues bien, lo que demostró el Dr. Riemann es que, en ciertas condiciones, es posible que haya que dar más de una vuelta para volver al mismo punto inicial, y esa vuelta o vueltas adicionales no se recorren en el mismo plano de la primera hoja de papel, sino en otra hoja u hojas, desdobladas de la primera, que van apareciendo... 

[…] 

- Es decir –prosiguió-, que si hay que dar una vuelta más, aparecerá otra circunferencia en una nueva hoja; si son dos vueltas las que hay quedar, la segunda se recorrerá sobre otra circunferencia en una segunda hoja, y así sucesivamente, de ahí lo de “hojas de Riemann”… ¿ha comprendido? 

- Espléndido –exclamé, […]-, si la entiendo correctamente, en el recorrido de esa especie de “círculo mágico” va apareciendo una suerte de multiplicidad de planos o dimensiones espaciales superpuestas, más o menos, ¿no es eso? 

- Sí, así es, aunque se trata de dimensiones corocrónicas superpuestas, para ser exactos, y desde luego no hay nada mágico en ello […]. 

- Claro, claro, es una forma de hablar, todo es muy científico, hojas que aparecen sin saber muy bien cómo […], el Universo es como un libro abierto... en fin, una idea realmente sugestiva […] pero ¿cómo se traslada eso a la realidad cotidiana?, ¿por qué no percibimos ordinariamente esas supuestas dimensiones adicionales? ¿y cómo aparecen? ¿de sopetón? 

- Me sorprende Vd. con su pregunta, Tjukal, ¿acaso ha olvidado la vieja teoría de cuerdas? 

- Pues, si he de serle sincero, ahora mismo no la tengo muy presente... –contesté casi automáticamente, aunque en el mismo instante en que aquellas palabras salían de mi boca comprendí que debería habérmelas tragado sin masticar, ya que mi prestigio profesional acababa de quedar hecho añicos. 

- Es comprensible, un lapsus lo tiene cualquiera –dijo la vieja bruja en tono evidentemente sarcástico-. Entonces se la recordaré resumidamente, si me lo permite... 

Mientras la vetusta Linotte se disponía a proseguir su explicación […], intenté recordar las características fundamentales de la dichosa teoría de cuerdas. 

- No será necesario, gracias –respondí lo más rápidamente posible. 

- ¿Ha recuperado ya la memoria, Sr. Tjukal?... 

Pues no, no la estaba recuperando, porque la puñetera teoría física nunca alcanzó la popularidad de la que habían disfrutado otras de la misma época, como la Teoría de la Relatividad de Albert Einstein o la Mecánica Cuántica desarrollada por Bohr, Heisenberg y Schrödinger. Pero claro, era de suponer que yo, en mi calidad de presunto experto en la cultura y la ciencia de finales de la Antigua Era, no podía utilizar semejante argumento en mi defensa, puesto que al menos debería conocerla en sus líneas generales (…) 

- Le aseguro que para mí no supone ninguna molestia instruirle –insistió ella con retranca. 

- No será necesario –repetí de nuevo, malhumorado por el evidente tono impertinente de su última frase. 

- Bien, pues si es así, entonces comprenderá por qué no son perceptibles a simple vista las dimensiones adicionales de las que antes hablábamos... 

- ¡Porque se hallan confinadas a nivel ultramicroscópico! -interrumpí victorioso su frase con la mía, mientras mi cabeza echaba humo por las orejas-… aunque esa hipótesis jamás pudo ser verificada –contraataqué de inmediato[…]. 

Por fin lo había recordado. Aquella irritante teoría había sido formulada a finales del siglo XX de la Antigua Era con el fin de intentar conciliar la Relatividad General con la Mecánica Cuántica (dos disciplinas que en aquella época no encajaban) y sostenía la hipótesis de que, a una escala extraordinariamente pequeña, el espacio no estaba compuesto solamente por las tres dimensiones habituales que todo el mundo conoce, sino por diez, a las que había que añadir el tiempo para alcanzar un total de once dimensiones en la estructura fundamental del universo. La presunta existencia de esas siete dimensiones espaciales “de más” venía exigida, a su vez, por otra suposición no menos curiosa: los componentes elementales de la naturaleza no podían ser partículas puntuales similares a microscópicas bolitas sino, por el contrario, debían tener la forma de pequeñísimos filamentos vibrátiles a los que los científicos de la época, en un alarde de desbordante imaginación, habían bautizado como “cuerdas”. De este modo, teniendo en cuenta todo ese cúmulo de extravagantes hipótesis y con las inimaginables formas que tales “cuerdas” podían adquirir al moverse dentro de un espacio-tiempo de once dimensiones, se pretendía explicar el origen y comportamiento de la materia, la energía y todas las fuerzas físicas conocidas así como descubrir otras aún ignoradas. Sin embargo, como al final nunca pudo demostrarse experimentalmente la existencia de aquellas dimensiones adicionales, la teoría fue relegada al ostracismo de un polvoriento cajón hasta que llegó […] la Teoría Metacorocrónica que, a la postre, cambiaría la historia. 

- Tiene Vd. razón, Sr. Tjukal, hasta ahora no se habían podido observar directamente esas dimensiones ocultas. Pero eso ya no es así. Es lo que estoy intentando explicarle... 

Mi cara de estupefacción debió ser, otra vez, antológica. Las carcajadas de la anciana resonaron dramáticamente de nuevo, como un eco insondable en el descomunal espacio vacío que nos rodeaba.

En cualquier caso, si quiere saber más, es fácil, tendrá que leer LAS HOJAS DE RIEMANN. No sea el último en disfrutarla,
 ¡¡ADQUIÉRALA YA pinchando aquí !!



martes, 27 de octubre de 2020

¿PERO QUÉ ES LA TEORÍA METACOROCRÓNICA?

Es una teoría físico-matemática auténticamente revolucionaria, desarrollada por Eustaquio Valdés con ayuda de Aarón Linotte, que es capaz de explicar, de forma coherente y sin inconsistencias, el comportamiento de todo el Universo a cualquier escala. 

Su extraño y curioso nombre procede de un neologismo que trata de describir la naturaleza de una dimensión “especial” de la realidad que está “más allá del espacio y del tiempo”. Esa dimensión es, por así decirlo, el pivote del Universo, y es, por lo tanto, la que determina la teoría. Dicho de otra manera: sin esa “dimensión metacorocrónica” el Universo, literalmente, no existiría.

En cualquier caso, si quiere saber más, es fácil, tendrá que leer LAS HOJAS DE RIEMANN. No sea el último en disfrutarla,
 ¡¡ADQUIÉRALA YA pinchando aquí !!




¿PERO POR QUÉ LEONARDO ROY NO TIENE ABUELA?

Es sencillo: porque ya tiene una cierta edad.

Y porque si él mismo no se da jabón, pocos, por no decir que nadie, se lo va a dar.

Es lo que hay.

Pero parte de razón tiene, ¿eh?

¿PERO QUÉ ES "MALOS TIEMPOS PARA LA LÍRICA"?

Es mi blog de poesía.

Es extraordinario.

No se lo pierdan.

Poco a poco irá creciendo.

Post scriptum: espero que los de "Golpes bajos" no me quieran cobrar royalties por haberles mangado el título. Un saludo, chicos.




¿PERO DE QUÉ VA "LAS HOJAS DE RIEMANN"?



A veces el transcurso del tiempo queda en suspenso de forma inexplicable, dejando brechas abiertas por las que se adivinan las estructuras ocultas del Universo, fisuras por las que es posible deslizarse en un viaje lleno de peligros que parecen no terminar nunca. Y aunque algunos aseguran que el futuro no está escrito, quizá lo cierto es que podría reescribirse, aun a costa de forzar un poco las complejas costuras de la realidad, para tratar de evitar que vayan ganando los de siempre en la eterna batalla cósmica entre el bien y el mal. Así se inicia la fabulosa aventura de Eustaquio Valdés por las Hojas de Riemann, un cúmulo de inesperadas peripecias que le ofrecerán la insólita posibilidad de evitar que el futuro de la humanidad se convierta en un maldito paraíso artificial de cartón-piedra… ¡si es que antes es capaz de salvar su propio pellejo!

Pero bueno, como eso no explica mucho en realidad, ahondemos un poco más en las entretelas del libro. En la novela hay 3 tramas que se entrelazan: una que se desarrolla en el presente, otra en un futuro bastante lejano y una tercera que tiene una ubicación más bien onírica o mitológica, si así puede decirse.

En la primera trama nos encontramos con Eustaquio Valdés que es, a su pesar, una suerte de héroe como los de antes, pero no exactamente igual, porque parece algo así como una estrambótica hibridación entre Ulises, don Quijote, Spock y Maxwell Smart. Eustaquio es un tipo polifacético: por un lado, es un científico tan genial como marginal, porque debido a ciertas circunstancias indecorosas, fue expulsado del mundo académico. Eso le obligó a buscarse la vida de otra manera, dentro del rutinario pellejo de un gris e insignificante funcionario. Sin embargo, de buenas a primeras, su vida se va a ver envuelta en una suerte de drama épico con implicaciones cosmológicas. En definitiva, es un tipo vulgar por el que nadie daría un euro cuyas acciones, sin embargo, van a condicionar el futuro de la humanidad o, quizá mejor dicho, ya lo han condicionado de tal manera que es mejor tratar de reacondicionarlo porque, si no, la eterna batalla cósmica entre el bien y el mal corre el riesgo de terminar fatal.Y todo este desaguisado que esbozado hasta ahora a grandes rasgos, depende de una teoría científica revolucionaria. En efecto, Eustaquio Valdés ha dedicado toda su vida a desarrollar en la sombra, con la ayuda de su inseparable compañero y entrañable colega Aarón Linotte (al que conoce desde su juventud) una teoría físico-matemática auténticamente revolucionaria que es capaz de explicar, de forma coherente y sin inconsistencias, el comportamiento de todo el Universo a cualquier escala, tanto extragaláctica como subatómica. Y a esa teoría, un tanto extravagante y pretenciosa desde el punto de vista académico oficial, la ha bautizado como “metacorocrónica".

En la segunda trama, el escenario futurista está situado en el siglo XXII, y allí la humanidad no lo está pasando demasiado bien que digamos. Desgraciadamente, lleva algún tiempo tratando de sobreponerse a una debacle apocalíptica ocurrida tras la “guerra de los 30 días”, una tragedia de dimensiones bíblicas de la que sólo ha podido salir más o menos bien parada gracias precisamente a que el Dr. Aarón Linotte, el amigo de Eustaquio Valdés, sobrevivió a la guerra y se puso al frente de las labores de recuperación del medio-ambiente aplicando soluciones tecnológicas derivadas de la teoría metacorocrónica. A raíz de eso, la configuración socio-política del mundo cambió y se instauró un gobierno planetario unificado de tintes genuinamente filantrópicos, ecológicos y pacifistas. Sin embargo, 150 años después de su instauración, parece que empiezan a haber problemas serios. En ese contexto, el protagonista principal se llama Tjukal 67, y es algo así como una especie de periodista de investigación independiente que trata de conseguir una entrevista en exclusiva con un alto mandatario del gobierno planetario. A raíz de esa investigación, se ve envuelto en una serie de circunstancias extrañas y peligrosas que le llevan a descubrir la gestación de un complot que puede poner en peligro el orden establecido y devolver a la Tierra a una situación de caos total. Y hasta ahí puedo leer. En cualquier caso, sólo puedo añadir que las aventuras que corre Tjukal 67 le llevarán a encontrarse con una enorme sorpresa y a descubrir algo tremendo sobre su pasado y sobre el pasado del planeta, que lo van a dejar en una situación un tanto preocupante y turbadora. 

Finalmente, la tercera trama, de tono onírico-mitológico, tiene lugar en una suerte de “intermundo”, puesto que sus protagonistas se ven envueltos en situaciones que ocurren tanto en el presente, como en el pasado y en el futuro, así como en una dimensión intemporal o extra-temporal poblada por seres de extraño aspecto y de naturaleza semidivina. La principal protagonista es una mujer joven, cuyo nombre no sabemos y que no recuerda quién es, porque está aquejada de amnesia debido a una situación sumamente traumática por la que acaba de pasar. Su peripecia la va a conducir al encuentro de una serie de situaciones y personajes que la empujan tanto a enfrentarse con sus miedos como a aprender a superarlos para descubrir, o más bien redescubrir, cuál es su verdadera identidad y cuál es su misión en la vida. Una misión muy importante que tiene que ver con lo que pueda suceder o no en los otros dos escenarios paralelos situados en el presente y en el futuro.

¿A que no está mal como planteamiento?

Pues no sea el último en leerla, ¡¡ADQUIÉRALA YA pinchando aquí !!

¿PERO QUÉ ES LA CIENCIA-FICCIÓN CASTIZA?

 Buena pregunta. Se trata de un subgénero de mi invención que, sin embargo, lo practica mucha gente sin saberlo. Por ejemplo, uno de los grandes novelistas CF como Philip K. Dick, que siempre o casi siempre pone de protagonista de sus historias al americano medio, al yanqui de pueblo que se encuentra sumergido en un ambiente apocalíptico o ultratecnológico, o alienígena, o todo a la vez. 

Bueno, pues yo he hecho lo mismo con mis escenarios y mis personajes, con la sustancial diferencia de que los míos no son “americanos medios” sino “españolitos medios” y, por lo tanto, hablan y se comportan como lo hacemos nosotros, es decir, castizamente, y no como lo hacen al otro lado del charco (vaya usted a saber cómo se dice "castizamente" en el inglés de Idaho, pongamos por caso). 

En definitiva, que la ciencia-ficción castiza, a fin de cuentas, quizá no la he inventado yo pero, en todo caso, lo que sí he hecho es ponerle nombre, lo cual no deja de tener su mérito, ¿no?

domingo, 25 de octubre de 2020

¿PERO QUÉ HA ESCRITO LEONARDO ROY?

Escribir, lo que se dice escribir, ha escrito y escribe mucho. Otra cosa es publicar. Publicar sólo ha publicado (hasta el momento, pero eso pronto va a cambiar) una novela. Pero no una novela cualquiera, no, la mejor novela de ciencia-ficción castiza que se haya publicado jamás: LAS HOJAS DE RIEMANN.

En efecto, con LAS HOJAS DE RIEMANN no sólo nace Leonardo Roy como autor de culto por fin publicado, sino que nace también un estilo nuevo, la ciencia-ficción castiza, y, de paso, un personaje épico de los que dejan huella: Eustaquio Valdés. Sí, como lo oyen, Eustaquio Valdés, un héroe mítico, un nuevo clásico que nada tiene que envidiar a Ulises, don Quijote, Spock o Maxwell Smart. 

Toda la galaxia quedará prendada de la electrizante narrativa de Leonardo Roy, sobre todo al comprobar que, a pesar de su aparente localismo, es capaz de comunicar valores universales.

No sea el último en enterarse y ¡¡ADQUIÉRALO YA pinchando aquí !!


                       





sábado, 24 de octubre de 2020

¿PERO QUIÉN ES LEONARDO ROY?

 Leonardo Roy es, probablemente, el poeta y escritor de ciencia-ficción más desconocido y genial del momento. De intereses múltiples e interdisciplinares, se dedicó durante un tiempo a la docencia en escuelas vacías para, más tarde, abandonar todas sus cátedras y dedicarse por completo a la vida contemplativa. Poco después, o quizá simultáneamente, decidió dar un nuevo rumbo a su existencia y viajar a las estrellas en un barco de papel. Desde entonces, no ha parado de escribir sus memorias metacorocrónicas.


CALATAYUD, SAN ROQUE, PEÑA GARNACHA Y LAS HOJAS DE RIEMANN

Uno de los escenarios importantes de Las Hojas de Riemann resulta ser la muy noble, leal, siempre augusta y fidelísima ciudad de Calatayud ...